Desde que la sostenibilidad se ha convertido en un compromiso mundial mediante los objetivos de la Agenda 2030 o el Pacto Verde Europeo (Green Deal) para 2050, el tren ha ido ganando sólidas posiciones frente a otros métodos de transporte por dos motivos principales: es el modo de transporte más sostenible y el que emplea la energía más eficientemente, por lo que muchos expertos afirman que tendrá papel central en la movilidad del futuro.
La consecuencia más directa de este enfoque es que hoy hablamos de un renacimiento de este medio de transporte que no para de sumar kilómetros. En los últimos 30 años, la red de alta velocidad de la Unión Europea ha crecido hasta alcanzar 8.400 kilómetros en 2017, y el propósito es llegar a los 30.000 kilómetros en 2030. Con motivo del Día Internacional Contra el Cambio Climático, analizamos desde la perspectiva de la sostenibilidad al medio de transporte que será clave en la movilidad en las próximas décadas.
“La década del transporte del ferrocarril”
El ferrocarril es el medio de transporte masivo que provoca menos emisiones contaminantes y el que tiene un mayor grado de independencia energética, y cada vez escuchamos más voces alineadas destacando estos beneficios.
Hace apenas un mes, la asociación Diálogo, cuyo objetivo es enriquecer las relaciones entre España y Francia, acogió un encuentro en Madrid sobre la proyección del tren en el que la directora general de Rielsfera (Grupo SNCF), Hélène Valenzuela, auguró que estamos ante “la década del transporte del ferrocarril”, una afirmación sostenida por los expertos presentes que ponían el foco en su potencial de resiliencia, intermodalidad, sostenibilidad y servicio ciudadano.
En unas jornadas convocadas por la asociación Mafex en el marco de la Cumbre del Clima de Madrid de 2019, el director de Innovación de Talgo, Emilio García, resaltó que “el ferrocarril es a día de hoy el modo de transporte terrestre más eficiente y sostenible”, mientras el director de Desarrollo de Negocio de Alstom afirmó que “el ferrocarril debe ser el eje de la movilidad por su capacidad y sostenibilidad”.
Es oportuno destacar que el transporte ferroviario de alta velocidad prosperó en Europa después de la crisis del petróleo de 1974, recuerda un informe de 2018 del Tribunal de Cuentas europeo. La dependencia energética de Europa amenazaba la movilidad interna, por lo que varios Estados miembros optaron por desarrollar “un modo de transporte seguro, rápido, cómodo y ecológico”, que era el tren de alta velocidad. Italia fue el primer país que tuvo esta infraestructura en 1977, y que unía Roma con Florencia. Poco después lo hizo Francia y Alemania, ya en la década de los 90. En España, el AVE inició sus primeras operaciones para rodar en 1992.
Cohesión ante la apuesta verde
Una de las últimas voces en destacar los beneficios del tren ha sido la Agencia Ferroviaria de la Unión Europea (AFUE), que recientemente ha afirmado que el tren “debe ocupar un lugar destacado tanto en el transporte de mercancías como de pasajeros debido a su bajo impacto en el medio ambiente”, según apunta en su informe ‘Fomento del sector ferroviario a través del Acuerdo Verde Europeo’, destinado a aportar estrategias de movilidad sostenible en la Unión Europea. El objetivo es que en 2050, en el contexto del Pacto Verde Europeo (Green Deal), Europa se convierta en el primer continente climáticamente neutro.
Pero la perspectiva no es diferente en América. El presidente ejecutivo del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), Dante Mossi, afirmó en una entrevista con Efe que el tren eléctrico que está impulsando Costa Rica y que conectará las diferentes ciudades del país es un proyecto que permitirá avanzar hacia el desarrollo sostenible que busca el país. “Es un nuevo concepto para sacar mayor productividad de la economía”, afirmó en agosto.
En Estados Unidos, concretamente en el estado de Texas, se está proyectando el primer tren de alta velocidad del mundo con capital 100% privado -proyecto en el que participa Renfe-, lo que demuestra la buena salud del sector, teniendo en cuenta que Texas es un referente histórico en combustibles fósiles y ahora puede convertirse en un pionero en movilidad sostenible.
Y en Asia y norte de África, algunos países como Filipinas, Camboya, Egipto y Marruecos ya se han interesado por el SkyRail, ‘el tren volador chino’ de la compañía BYD, un sistema de movilidad sin conductor, eléctrico y económico. Son solo algunos de los muchos ejemplos que se están llevando a cabo internacionalmente que demuestran esta apuesta verde global.
Tendrá un rol más importante en la movilidad europea del futuro
El pasado marzo, la Comisión de Movilidad y Transporte de la Unión Europea destacó no sólo que el tren es “uno de los más sostenibles y seguros métodos de transporte que tenemos, por lo que tendrá un rol más importante en el sistema de movilidad europeo del futuro”, sino que es el único medio de transporte que ha reducido casi continuamente sus emisiones de CO2 desde 1990, al mismo tiempo que ha visto aumentar el volumen transportado.
Gracias a la electrificación de la vía ferroviaria, las emisiones directas a causa del tren han caído en Europa un 66% entre los años 1990 y 2017, según la AFUE. Para contextualizar todavía más este dato, debemos hacernos a la idea de que el tren concentra un 11,2% de todo el transporte de carga de la UE, el 6,6% de todos los pasajeros y representa únicamente el 1,7% del total de energía consumida en el transporte del territorio.
Pieza relevante en la movilidad urbana y suburbana
La AFUE defiende las virtudes del ferrocarril no sólo para los pasajeros -con la alta velocidad- y para mercancías. También destaca su gran proyección en la movilidad suburbana y urbana. En la jerarquía de movilidad que se trabaja para la Europa del futuro, sus expertos proponen que en el contexto urbano se privilegien los sistemas de transporte activos como caminar o la bicicleta, después el transporte público, después el coche compartido y acabar en el coche privado. Y en este ecosistema más sostenible, el ferrocarril debe ser el eje que sustente un sistema de transporte multimodal que, además, guste a las generaciones más jóvenes.
Una oportunidad de empleo
No hay que olvidar, y menos en el actual contexto económico nacional e internacional, que el sector ferroviario emplea a 2,3 millones de personas y representa el 1,1% del PIB de los Estados miembros de la UE. A corto, medio y largo plazo, el tren puede ser, además, un motor de empleo.